Republicado. Originalmente publicado 13 de septiembre de 2022 @ 11:33
Hemos discutido anteriormente la utilidad de tener un huerto, para tener alimentos en caso de no poder acceder a ellos por las vías modernas tradicionales. Existe una discusión sobre si cultivar un pequeño huerto es más barato o no que comprar los mismos alimentos en el supermercado, pero como nuestro fin es sobrevivir cuando no haya, y no ahorrar, no entraremos en ella. Únicamente mencionaremos que los cultivos a granel y masivos siempre saldrán más baratos que los cultivos pequeños.
En esta nueva serie de publicaciones, revisaremos entonces un poco más en detalle como cultivar algunas plantas que debes tener en tu huerto. Estas, bien manejadas, pueden producir bastantes alimentos por meses, y si es posible, permitirán fabricar otros productos derivados, como conservas, encurtidos, mermeladas, fermentados y muchos otros que aumentarán aún más tu despensa.
Para empezar, revisaremos como cultivar unos deliciosos tomates. Estos se pueden consumir inmediatamente al cosechar, pero también para conservar, producir salsa, sopas y otras preparaciones, por lo que son una excelente opción para el huerto.
Existen varias variedades de tomate, las cuales tienen diferentes usos, por lo que debemos decidir primero cuál será el fin de ellos, para saber qué semilla plantar. ¿Queremos para ensalada? ¿O para hacer conservas o salsa? Hay un tomate más oscuro que el normal, Tomate Negro o Kumato. Hay variedades de tomates tipo pera, lágrima o romano. Hay otros que se dan en racimos. Hay tomates grandes, o corazón de buey, y otros pequeños o cherry. De estos últimos hay variedades de distintos colores, desde negras a amarillas. Cada uno de ellos tendrá sabores y utilidades distintas. Por supuesto, si tienes espacio, puedes cultivar varias de ellas.
Preparación del suelo y siembra
Debemos preparar el suelo antes de sembrar o plantar. Un suelo rico en nutrientes evitará que las raíces deban extenderse mucho, compitiendo con las plantas cercanas, lo que nos ayudará a ocupar más el escaso espacio de cultivo. Es importante soltar y airear el suelo, agregando compost. El nitrógeno no es tan necesario de agregar (solo en terrenos muy pobres, 30-40 gr/metro cuadrado), pero sí el fósforo, que ayuda al crecimiento de las raíces y de la floración. Para ello, es aconsejable agregar superfosfato de cal. Para el desarrollo del fruto, se aconseja agregar abono a base de potasio. 40 a 50 gramos por metro cuadrado de sulfato potásico será suficiente. Muy importante es el aporte de calcio, que evita la pudrición circular color café de la zona inferior del fruto.
Las semillas deben colocarse cada 50 cm aproximadamente. Al principio puede verse mucho espacio libre, pero las plantas de tomate crecen y abarcan bastante espacio, por lo que se debe evitar la tentación de plantarlas muy cercanas o de intercalar otros cultivos entremedio. Sin embargo, el tomate si puede asociarse con cebollas y algunas aromáticas como la albahaca, ya que no compiten por el espacio aéreo o de raíces.
El cultivo puede empezar con la semilla directa, o si se quiere, plantando las plantas de tomate germinadas previamente, cuando tienen 15 a 20 cm. de altura. La gracia de usar almácigos y germinar las plantas previamente es que podemos empezar con esto a fines del invierno o principio de primavera, adelantando el cultivo algunas semanas. Puedes revisar el tema del invernadero en otra publicación.
Es importante evitar las heladas, que dificultan el crecimiento de la planta. Lo ideal es una temperatura entre 15 y 25 °C. Por ello, la siembra directa o trasplante debe ser después que hayan pasado las heladas (o si tienes un invernadero, puedes cultivar los tomates bajo techo, lo que favorecerá la época de cultivo). En cuanto a la humedad, que no supere el 70%, ya que sobre eso se favorece la aparición de hongos. Por ello es importante que la tierra sea de fácil drenaje, porque el agua encharcada pudre las raíces. Se debe evitar el riego excesivo, pero el suelo debe estar siempre húmedo, por lo que el riego debe ser ligero pero regular. No es bueno espaciar mucho el riego, ya que la sequía también afecta al crecimiento. El tomate es bastante proclive a las enfermedades por humedad, por lo que al regar, también se debe evitar mojar las hojas o los frutos. Una vez que el fruto está madurando, podremos espaciar un poco el riego, para que se concentre el sabor en los frutos.
Crecimiento y Tutoraje
El tomate es una hierba, y sus tallos no soportan el crecimiento vertical ni los frutos. Para que los frutos no entren en contacto con el agua ni la tierra, se les debe hacer crecer en un sistema de sostén o tutores. Sistemas para tutorar las plantas de tomate (y otras hortalizas) hay muchos: amarre simple a una vara, tripodes o tijeras, colgantes, etc. Lo importante es que el tomate vaya creciendo sin que los frutos toquen el suelo.
Otro detalle del tomate es que tiende a crecer hacia todos lados, con muchas ramas secundarias y follaje. Esto hace perder fuerza al tallo principal y a los frutos. Por ello se debe realizar poda de ramas laterales y «chupones» que van apareciendo en prácticamente en cada brote de hojas. Se debe dejar un tallo principal y cuando ya ha crecido más de 1 metro aproximadamente, podría dejarse un par de ramas laterales.
Si la tomatera tiene muchas hojas, también se deben retirar. Hay que permitir la aireación del tallo principal y que las hojas no tapen los frutos completamente. Retira las hojas más bajas del tallo principal, y aquellas que se solapan o muy cercanas a los frutos.
Plagas y enfermedades
Es importante mantener a raya plagas y malezas que pueden aparecer. Retira cualquier brote que aparezca en el suelo entre las tomateras antes que sea más complicado y las raíces afecten a tus plantas.
En cuanto a enfermedades o plagas, los tomates pueden ser atacados por muchas. No entraremos en detalles de como tratar cada una de ellas en este momento, pero puedes ver tus tomates afectados por:
- Caracoles y babosas: principal plaga que ataca a las plantas en su primer período de crecimiento, las cuales dejan con suerte unos pequeños tallos.
- Araña roja (Tetranychus spp.)
- Heliothis (Helicoverpa armígera)
- Mosca blanca (Bemisia tabaci)
- Minadores (Liriomyza spp.): esta afecta a varios cultivos y hortalizas, por lo que es bueno tratar de mantenerlas a raya.
- Polilla del tomate (Tuta absoluta)
- Trips (Frankliniella occidentalis)
- Mildiu (Phytophthora infestans)
- Oidio (Leveillula taurica)
- Podredumbre gris (Botrytis cinerea)
- Pudrición café de la base del fruto: no es una plaga, sino simplemente un déficit de calcio. Secundariamente, puede aparecer infecciones micóticas secundarias. El déficit de calcio puede ser debido a varias causas: aplicaciones extendidas de fertilizantes nitrogenados, lesiones en las raíces que dificultan que la planta absorba calcio, fluctuaciones rápidas de los niveles de agua del suelo, demasiado potasio, magnesio o sodio, niveles bajos de pH o fuertes lluvias durante un corto período.
Otros problemas que pueden aparecer son:
- Quemadura: producida por la exposición prolongada a la luz solar, debido a excesiva poda del follaje. Los frutos deben recibir algo de luz solar, pero también de sombra por las hojas.
- Agrietamiento del fruto: las grietas en el tomate se deben a la absorción de agua repentina y aumentada, especialmente después de una sequía prolongada.
Cosecha
El fruto demora entre 45 y 70 días en estar listo (dependiendo de la variedad, el clima, etc.), usualmente 10 a 12 semanas después de la siembra. Su cosecha es escalonada, es decir, se pueden ir recogiendo frutos permanentemente a medida que maduran. Los tomates pequeños tipo cherry maduran más rápido que las variedades grandes y sufren menos enfermedades.
Es importante ir cosechando los frutos a medida que van madurando, con el fin de fomentar la aparición y maduración de nuevos frutos. El tomate es una de las frutas que puede cosecharse verde y dejar madurar fuera de la mata. Esto porque el tomate maduro es verde. La coloración roja que conocemos es un tomate ya maduro que empieza a cambiar de color por el gas etileno que comienza a emitir, y no requiere de luz solar para ello. Incluso en temperaturas sobre 30 ºC, el tomate pasa de verde a rosa y no a rojo. El momento preciso para cosecharlos es cuando empiezan a cambiar de verde a rojo. Con esto también podremos controlar la cosecha y evitar que maduren todos al mismo tiempo.
Si queremos acelerar el proceso de coloración, tenemos que envolver el tomate en papel o ponerlo en un lugar encerrado, donde el gas etileno no se disipe. A mayor concentración de gas, más rápido se pondrá rojo. Por el contrario, si queremos que el tomate no se vuelva rojo muy rápido, debemos dejarlo en un lugar ventilado. También podemos jugar con la temperatura: a 15 ºC demorará un mes en volverse rojo, mientras que a 25 ºC solo tardará unos días.