Si las gallinas son las reinas del patio, los patos son como esos primos raros que nadie entiende hasta que los tienes cerca. Sí, hacen ruido, caminan chistoso y parecen torpes… pero detrás de esa pinta simpática esconden varias ventajas brutales: producen huevos más grandes, carne deliciosa y, además, son unos controladores de plagas natos.
En tiempos donde la gente busca diversificar su autoconsumo, los patos se vuelven tendencia. Hasta en huertos urbanos empiezan a aparecer como reemplazo de pesticidas naturales.
Y ojo: criar patos es parecido a criar gallinas, pero no igual. Tienen sus manías y caprichos que si no los conoces de antemano te pueden volver loco.
Por qué elegir patos
Antes de meternos en medidas y nidos, déjame contarte por qué vale la pena:
- Huevos grandes y nutritivos: más grasa buena, más proteína. Ideales para repostería.
- Carne sabrosa: aunque tardan un poco más en engordar que un pollo, su carne tiene un sabor más profundo.
- Resistencia: los patos aguantan frío, humedad y enfermedades mejor que las gallinas.
- Control de plagas: se comen babosas, caracoles y hasta larvas de insectos en el huerto.
- Fáciles de manejar: son menos delicados que los pollitos de gallina.
En resumen, los patos son como esos electrodomésticos multiuso que al principio dudas si comprar, y luego no entiendes cómo vivías sin ellos.
Espacio y alojamiento
Un error común: creer que los patos necesitan lagunas enormes. No, no hace falta tener una chacra con lago propio. Lo que sí necesitan es espacio para caminar y, ojalá, acceso a un pequeño estanque o tina de agua.
- Espacio mínimo: 1 m² por pato dentro del refugio y 2-3 m² por pato en el corral.
- Refugio: no buscan perchas como las gallinas, ellos duermen en el suelo. Basta un cobertizo seco, protegido del viento y con buena ventilación.
- Cama: paja, viruta o heno. Eso sí, cámbiala seguido, porque con el agua que salpican la convierten en pantano en un dos por tres.
Agua: el detalle no negociable
No es que necesiten una laguna, pero **sí necesitan agua para mojar la cabeza y limpiar el pico**. Un bebedero grande, una batea o incluso un balde ancho puede servir. Sin eso, se enferman de los ojos y vías respiratorias.
Alimentación: de todo un poco
Los patos comen parecido a las gallinas, pero con un twist.
- Balanceado aviar: la base de proteínas y vitaminas.
- Granos: maíz, trigo, avena.
- Verde: pasto, acelga, lechuga, malezas tiernas. Son fanáticos de lo verde.
- Proteínas extras: insectos, caracoles, lombrices. Si tienes huerto, se encargarán de encontrarlos ellos mismos.
Dato divertido: a diferencia de las gallinas, los patos no escarban. Así que no destruyen tanto los canteros. Se comen las plagas, pero dejan la tierra más o menos tranquila.
Huevos: distintos y sorprendentes
Un pato adulto puede poner entre 150 y 200 huevos al año. No son tantas como las gallinas de alta producción, pero compensan con tamaño. Un huevo de pato equivale a 1,5 de gallina.
Color: igual que con las gallinas, según la raza, pueden ser blancos, verdes o azulados.
Uso: ideales para tortas, pan y repostería porque le dan más esponjosidad.
Sabor: un poco más fuerte, algunos lo describen como más “terroso”.
Si no estás acostumbrado, al inicio te puede parecer raro. Pero prueba hacer un queque con huevos de pato y verás la diferencia.
Razas: cuál elegir
Aquí hay variedad según tu objetivo:
- Khaki Campbell: las campeonas de poner huevos. Hasta 300 al año.
- Pekín: famosos por su carne (sí, el pato Pekín de los restaurantes chinos).
- Muscovy (Cairina moschata): conocidos como “pato criollo” en muchos países. Silenciosos, resistentes y con carne magra.
- Runner indio: parecen botellas caminando, muy productivos en huevos y excelentes cazadores de babosas.
Si buscas huevos, el Khaki Campbell es imbatible. Si buscas carne, ve por Pekín o Muscovy.
Salud y cuidados
Los patos son duros, pero no invencibles.
Problemas comunes:
- Parásitos intestinales: menos frecuentes que en gallinas, pero posibles. Solución: desparasitante cada cierto tiempo.
- Infecciones respiratorias: si no tienen agua para limpiar fosas nasales.
- Patas lastimadas: necesitan suelos blandos, no puro cemento.
En general, con un espacio limpio, cama seca y acceso a agua, casi no tendrás dolores de cabeza.
El ruido: ¿qué tan molestos son?
Aquí viene la verdad incómoda: los patos hacen ruido. El clásico “cuac-cuac” puede ser simpático al inicio, pero en un barrio apretado los vecinos pueden no compartir tu entusiasmo.
Dato curioso: los machos (dracos) son más silenciosos. Son las hembras las que arman bulla, sobre todo cuando ven a alguien acercarse (o cuando quieren comida).
Crecimiento y reproducción
Los patitos crecen rápido. En unas 8 semanas ya parecen adultos en miniatura. Y a diferencia de las gallinas, las patitas suelen ser buenas madres. Se sientan en los huevos y crían a sus patitos con dedicación.
Si quieres reproducirlos, asegúrate de tener 1 macho por cada 5-6 hembras. Más machos y se pelearán (o acosarán a las hembras).
Los patos en el huerto: aliados naturales
Aquí está una de las mayores ventajas. A diferencia de las gallinas, que rascan y desarman todo, los patos son más “respetuosos” con las plantas. Se concentran en comer bichos y maleza baja.
De hecho, en Japón y Vietnam se usan en plantaciones de arroz: los patos comen insectos y maleza sin dañar el cultivo. Una especie de pesticida viviente y móvil.
Patos y supervivencia
En un escenario de crisis, los patos suman valor por varias razones:
- Son más resistentes a enfermedades que las gallinas.
- Producen huevos grandes y nutritivos incluso en condiciones frías o húmedas.
- Aprovechan mejor recursos naturales: hierba, babosas, insectos.
- Son buenos “guardianes”: hacen ruido cuando alguien extraño se acerca.
Tener patos es como agregar una segunda línea de defensa alimentaria. Diversificas tu producción y reduces dependencia de un solo animal.
Desventajas (porque no todo es perfecto)
No quiero venderte humo: criar patos también tiene sus peros.
- Ensucian mucho el agua: en minutos convierten un balde limpio en sopa turbia.
- Mojan el suelo: salpican y embarran todo.
- Ruido: las hembras son parlanchinas.
- Crecimiento más lento que pollos de engorde.
Así que antes de lanzarte, pregúntate: ¿tengo paciencia para limpiar y tolerar un poco de barro? Si la respuesta es sí, adelante.
Rutinas básicas
- Cada día: cambiar agua (sí o sí), dar alimento, revisar cama.
- Cada semana: limpiar a fondo el refugio, revisar salud.
- Cada mes: revisar estanque o baldes, reparar filtraciones.
Los patos son menos demandantes que las gallinas en algunos aspectos, pero el agua limpia es no negociable.
Conclusión: ¿patos en tu vida?
Criar patos es como entrar a un club exclusivo. Al inicio suena raro (“¿patos en el patio?”), pero cuando descubres lo versátiles que son, no hay vuelta atrás. Sí, hacen barro y ruido, pero a cambio te dan huevos gigantes, carne deliciosa y un ejército anti-babosas gratis.
En tiempos donde cada vez más gente busca independencia alimentaria, los patos son una carta que pocos juegan, pero que puede marcar la diferencia.
¿Te imaginas desayunar pan casero hecho con huevos de pato y mirar tu huerto sin babosas devorándolo todo? Créeme, no tiene precio.
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