Supervivencia y Desastres

Información para tu supervivencia en desastres. Preparacionismo, supervivencia, seguridad, desastres. Trucos, listados, e ideas para estar a salvo y más seguro.

¿Y yo qué puedo hacer?: Supervivencia para la tercera edad con patologías crónicas

Viewpoint 3707997 1280

Hoy quiero hablarte directamente a ti —sí, a ti que piensas que estás fuera del juego por tener 70 años, por depender de medicamentos, o por tener movilidad reducida. La verdad es otra: tú también puedes sobrevivir. Y no sólo puedes… ¡debes!

¿Por qué vale la pena sobrevivir, incluso cuando crees que ya diste todo?

Porque tu experiencia vale oro. En situaciones de crisis, lo que más falta es cabeza fría y sabiduría. ¿Quién ha vivido más terremotos, cortes de luz, crisis sociales? Exacto. Tú. Y eso tiene un valor incalculable.

Además, ten en cuenta esto: muchos nietos, hijos, vecinos… te necesitan más de lo que crees. En momentos de caos, un consejo sabio, una voz tranquila, una receta casera para calmar la ansiedad… pueden salvar más que mil linternas LED.

¿Y si vives solo? Con más razón. Prepararte es un acto de amor propio. Porque aunque cueste, aunque dé lata, aunque duela la rodilla… tienes derecho a seguir aquí.

Supervivencia adaptada: cómo prepararte si tienes una condición crónica o movilidad reducida

Vale, vamos al grano. No se trata de escalar cerros ni de dormir en cuevas. Esto va de sentido común y pequeños pasos que hacen la diferencia.

Mochila de emergencia adaptada

Sí, la famosa “mochila 72 horas”, pero con tu toque.

  • Medicamentos: lleva al menos 7 días de tus fármacos esenciales. Guárdalos en un estuche hermético y ponles fecha de revisión. Pídele ayuda a tu médico o enfermero para armar una lista actualizada.
  • Documentos médicos: ficha clínica, lista de alergias, diagnósticos, contacto de tu médico tratante. Todo eso en una carpeta plástica o en un pendrive.
  • Agua y alimentos fáciles de consumir: nada de latas imposibles de abrir o sopas que necesitas hervir. Barras blandas, sobres de compota, leche en polvo. Piensa en tu digestión y tus dientes.
  • Objetos de apoyo: si usas bastón, audífonos o anteojos, ten un repuesto o al menos pilas extra. Lo mismo si tienes una silla de ruedas: una reparación básica puede ser vital.
Leer  Fabricación de papel

Red de apoyo: no estás solo

¿Tienes algún vecino que te saluda cuando sales a comprar el pan? ¿Una sobrina que te llama de vez en cuando? Bien, esa es tu red. Cultívala. Hazles saber que, si pasa algo, pueden contar contigo… y tú con ellos.

Puedes dejar un papelito en la entrada de tu casa con tu contacto y enfermedades importantes. Un sistema de “estoy bien” usando pañuelos de colores en la ventana también funciona (rojo: necesito ayuda, verde: estoy bien).

Entrena, pero a tu ritmo

No te pido que corras una maratón, pero sí que practiques lo básico:

  • ¿Sabes cómo cortar el gas?
  • ¿Puedes bajar escaleras lentamente si se corta el ascensor?
  • ¿Sabes usar un extintor?

Un par de tardes al mes pueden marcar la diferencia. Hazlo divertido: invita a tu nieto o vecina, y hagan una “simulación” como juego. Hasta puedes ofrecer café al final.

Planifica tu evacuación realista

Cuando hablamos de “evacuar”, la mayoría se imagina correr escaleras abajo, mochila al hombro, esquivando escombros como en una película gringa. Pero tú y yo sabemos que la realidad es otra, sobre todo si tienes artrosis, problemas al corazón o simplemente te cansas al subir un par de peldaños. Y no tiene nada de malo admitirlo.

Por eso, es vital que tu plan de evacuación se ajuste a tu cuerpo y a tu entorno. Nada de fantasías de héroe de acción: lo que necesitas es un plan que puedas realmente ejecutar bajo presión.

Conoce tus rutas, pero con tus ojos… y tus piernas

  1. Haz el recorrido tú mismo. No basta con mirar un mapa del edificio o del barrio. Camina esa ruta que usarías en caso de tsunami, incendio o terremoto. ¿Hay escalones? ¿Hay pendientes? ¿Hay portones con candado?
  2. Cronometra cuánto te demoras. ¿Cinco minutos? ¿Diez? Bien, anótalo. Ese tiempo puede ser la diferencia entre estar a salvo o no si hay una amenaza inminente.
  3. Identifica obstáculos que podrían dificultarte el paso: veredas rotas, pasillos estrechos, puertas que se traban. Y una vez identificados… busca una alternativa o habla con tus vecinos o administración para arreglarlos.
Leer  Planificación en Supervivencia y Emergencias

¿Necesitas ayuda para evacuar? ¡Que esté coordinado desde antes!

Esto es vital, y mucha gente se avergüenza de hablarlo. Pero no hay nada más digno que decir: “En caso de emergencia, necesito que alguien me eche una mano”.

  1. Habla con tu vecina del segundo piso, tu nieto, el conserje… lo ideal es que al menos dos personas sepan que tú necesitarás ayuda para salir.
  2. Si usas silla de ruedas o andador, ten claro quién puede ayudarte a bajarlo por escaleras. Existen incluso sillas plegables de evacuación, por si quieres invertir en una (y son mucho más livianas de lo que parecen).
  3. Puedes pegar en la puerta de tu departamento una tarjetita simple que diga: «En caso de emergencia, residente con movilidad reducida. Por favor, verificar estado.»

Pequeños gestos así hacen que no pases desapercibido.

Ten lista la “versión rápida” de tu equipo

Sí, la mochila 72 horas que ya dijimos es ideal, pero ¿y si no puedes cargarla? Entonces ten una versión liviana en un bolso con ruedas, o divídela en dos: una parte contigo, y otra con alguien de confianza.

Incluso podrías tener un pequeño bolso con lo esencial colgado del respaldo del bastón o silla de ruedas. Nada de lujos, sólo lo básico: identificación, medicamentos, una linterna chica, un silbato.

¿Estás en zona de riesgo? No esperes a que alguien te venga a buscar

Si vives en zona de tsunami o cerca de quebradas con riesgo de aluviones, esto es serio. Y lo digo con el corazón en la mano: las ayudas oficiales tardan. Es mejor tener un plan comunitario que contar con que vendrán los bomberos a salvarte.

  • ¿Ya te inscribiste en el registro de personas con movilidad reducida de tu municipalidad? Muchas comunas en Chile ya lo están implementando, y es gratis.
  • También puedes hablar con tu junta de vecinos o comité de edificios para que en los simulacros se contemple un protocolo especial para ti y otros en situaciones similares. No cuesta nada pedirlo, y cambia mucho.
  • Si tienes familiares cerca, acuerden puntos de encuentro fuera de la casa, fáciles de llegar y recordar. Un poste, una plaza, una tienda conocida.
Leer  Cuyes: los pequeños gigantes de la autosuficiencia

Conclusión: tú eres más fuerte de lo que crees

Sobrevivir no es cosa de músculos, sino de voluntad. Y la tuya, créeme, ha sido forjada por décadas de vida. El desastre no discrimina por edad, pero tampoco por experiencia.

Así que la próxima vez que pienses “yo ya no estoy pa’ estas cosas”, acuérdate que puedes sobrevivir y ayudar a otros a hacerlo.

¿Tienes dudas sobre cómo armar tu kit o cómo pedir apoyo? ¿Te gustaría armar un grupo de adultos mayores preparados? Déjamelo saber en los comentarios. Y si tienes un consejo de abuelo sabio, compártelo. Podría salvar a alguien.

“Prepararse no es tener miedo. Es tener esperanza.”

Deja un comentario