Hacer trekking es una experiencia increíble, pero como todo en la vida —especialmente en la naturaleza— hay que estar preparado. Aquí te dejo un listado con los puntos más importantes a considerar antes, durante y después de una caminata o travesía. Ya sabes, más vale prevenir que andar improvisando en medio del bosque…

Planificación del recorrido

No es por cortarte las alas, pero no puedes lanzarte al cerro a lo loco. La montaña es maravillosa, sí, pero también impredecible. Así que, antes de ajustar las correas de la mochila, asegúrate de tener bien claro a dónde vas y cómo volverás.

  • Evalúa el nivel de dificultad: ¿la ruta es compatible con tu condición física? No es lo mismo una caminata suave por la precordillera que un ascenso empinado a más de 2.000 metros.
  • Estudia bien los mapas y senderos: y no solo el principal, sino también posibles rutas alternativas o salidas de emergencia, por si las cosas no salen como esperabas.
  • Revisa el clima actualizado: y ojo, no te quedes solo con el pronóstico del celular. En la montaña, el cielo puede cambiar en minutos. ¿Nublado ahora? En una hora, tormenta eléctrica.
  • Calcula bien los tiempos: cuánto te tomará subir, cuánto bajar, y cuánto margen de luz te queda. Siempre es mejor que te sobre tiempo, que andar apurado bajando con linterna en mano.

Tip extra: dale una mirada a apps como Wikiloc, que tiene rutas con comentarios de otros trekkers

Condición física y mental

Vamos con algo que muchos subestiman: esto no es un paseo por el mall ni una vuelta dominical por el parque. El trekking, incluso en rutas cortas, pone a prueba tu cuerpo y tu cabeza. Así que hay que prepararse bien, y no solo con una mochila bonita.

  • Evalúa tu forma física antes de salir: ¿Hace cuánto no caminas más de 5 kilómetros seguidos? ¿Te subes las escaleras sin quedarte sin aire? Sé honesto contigo mismo. No es necesario estar hecho un atleta, pero sí tener cierta base.
  • Hidrátate desde el día anterior: no esperes a tener sed en plena ruta para tomarte medio litro de una. El cuerpo funciona mejor si ya viene con los tanques llenos.
  • Duerme bien la noche anterior: suena obvio, pero muchos llegan al trekking trasnochados o con resaca (¡sí, pasa!). Dormir poco afecta tu energía, tu coordinación y tu ánimo.
  • Prepárate mentalmente: va a haber momentos en que querrás darte la vuelta. Cuestas interminables, calor, viento en la cara, o ese punto donde cada músculo te grita “¿qué estamos haciendo aquí?”. Ahí es donde entra la cabeza fría y la paciencia. Respirar hondo, avanzar paso a paso y recordar por qué estás ahí.

Equipo adecuado

A ver, aquí no se trata de verse fashion para Instagram, sino de estar seguro, cómodo y preparado para lo que la montaña te quiera lanzar: sol, viento, barro, o todo junto en una misma tarde.

  • El calzado es clave: tus pies son los que te van a llevar (y traer) de vuelta, así que trátalos bien. Unos bototos o zapatillas de trekking con buena suela y caña alta te van a proteger de torceduras y resbalones. Nada de zapatillas urbanas ni esas de lona que usas para el centro comercial… créeme, después de 5 km con las plantas adoloridas, te vas a arrepentir.
  • Vístete en capas:
    • Una capa base térmica que mantenga el cuerpo seco (no algodón, eso solo acumula sudor).
    • Una capa intermedia, tipo polar o softshell, que abrigue sin estorbar.
    • Y una capa externa cortaviento e impermeable, por si el cielo se enoja.
    • Así vas ajustando según el clima y el esfuerzo: si sube la temperatura, te sacas una; si baja, te la pones. Simple.
  • La mochila, tu mejor aliada o tu peor enemiga:
    • Tiene que ser ergonómica, cómoda, y del tamaño justo. Nada de llevar la casa a cuestas. Solo lo esencial: agua, comida, abrigo extra, botiquín, linterna… Si algo no cumple una función clara, no entra. Y si pesa mucho, se queda. Porque al tercer kilómetro, ese “por si acaso” que metiste sin pensar, se va a sentir como un ladrillo.
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Ah, y un último tip de oro: ajusta bien todas las correas antes de salir. No hay nada peor que una mochila que se te va para un lado o que te va golpeando la espalda con cada paso.

Alimentación e hidratación

La energía no se inventa sola, ni baja del cielo como maná. Si quieres rendir bien durante la caminata y no terminar como trapo al borde del sendero, tienes que alimentarte e hidratarte con cabeza.

  • Snacks livianos pero potentes: Olvídate de los sándwiches con mayonesa o la fruta que se te machuca en la mochila. Mejor opta por cosas que no ocupen mucho espacio, no se echen a perder y te den energía rápida:
    • Frutos secos (almendras, nueces, maní).
    • Frutas deshidratadas (plátano, mango, damasco).
    • Barras energéticas o de cereal.
    • Y si te gusta lo salado: un poco de queso seco o galletas saladas también funciona.
  • Agua, agua, agua (y un poco más por si acaso):
    • Lleva al menos 2 litros por persona para una ruta de medio día. Si hace calor, si sudas mucho o si la ruta es exigente, puede que necesites hasta 3. El cuerpo no perdona la deshidratación, y cuando llega, es como un muro invisible que te aplasta.
  • ¿La ruta es larga? Piensa en recargar:
    • Si sabes que habrá riachuelos, esteros o vertientes en el camino, lleva un sistema para purificar el agua. Hay opciones para todos los gustos:
      • Filtros portátiles tipo Sawyer o LifeStraw.
      • Pastillas purificadoras.
      • Botellas con filtro incorporado.
      • O hervir el agua si llevas una cocinilla.
    • Recuerda: aunque el agua parezca cristalina, nunca tomes directamente de fuentes naturales sin tratarla. Mejor perder 5 minutos purificando que pasar 5 días con dolor de guata (o peor).

Y un bonus que pocos consideran: lleva algo con electrolitos, como sales minerales o un sobre de bebida isotónica. Después de un par de horas caminando bajo el sol, eso te revive como si te enchufaran a la corriente.

Seguridad y primeros auxilios

Aquí no hay SAPU cerca, compadre. Si algo sale mal allá arriba —una torcedura, una picadura rara o simplemente un traspié— estás por tu cuenta, al menos por un rato. Por eso es clave llevar lo necesario para resolver lo básico tú mismo y ganar tiempo hasta que llegue ayuda (si llega).

  • Botiquín personal sí o sí:
    • Nada de llevar solo un par de curitas. Prepara un botiquín decente con:
    • Vendas elásticas para torceduras o sujeciones.
    • Gasas estériles y cinta adhesiva para cortes o ampollas.
    • Desinfectante (tipo povidona o clorhexidina).
    • Analgésicos (paracetamol, ibuprofeno).
    • Antihistamínicos por si te pica algo inesperado.
    • Curitas resistentes al agua y si puedes, una pinza pequeña y guantes de látex.

Consejo de viejo zorro: revísalo antes de cada salida. A veces uno cree que tiene de todo… hasta que abre la bolsita y se da cuenta de que le queda medio parche vencido y un ibuprofeno del 2017 (no es que venzan, pero de todas maneras).

  • Navegación segura:
    • Lleva un GPS, brújula o mapa… y lo más importante: saber usarlos. De nada sirve el mejor equipo si no lo entiendes. Practica antes de salir o al menos revisa un tutorial rápido.
  • Linterna frontal (y pilas extra):
    • Porque aunque la idea sea volver de día, la montaña no perdona la improvisación. Si te atrasas y baja la luz, una linterna puede evitar una caída (o el pánico, que también pega fuerte cuando todo se vuelve negro).
  • Silbato de emergencia:
    • Ligero, barato y puede salvarte la vida si te pierdes o necesitas llamar la atención. Tu voz se cansa, el silbato no.
  • Bastón de trekking:
    • No es solo para verse aventurero. Ayuda a repartir el peso, mejora el equilibrio y te da apoyo extra en bajadas o terrenos inestables.
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Comunicación

Cuando sales a la naturaleza, el “modo avión” puede ser literal. Muchas rutas no tienen señal, así que tu seguridad no puede depender solo del WhatsApp.

  • Informa tu plan antes de salir:
    • Cuéntale a alguien de confianza a dónde vas, con quién, qué ruta tomas y a qué hora esperas volver. Si algo pasa, esa persona será clave para activar la búsqueda.
  • Celular cargado y con batería externa (power bank):
    • Aun cuando no tengas señal todo el camino, puede ser útil en puntos altos o despejados. Además, muchas apps de navegación funcionan offline, como Maps.me o Wikiloc.
  • Para rutas exigentes o solitarias:
    • Considera llevar un dispositivo satelital, como un Garmin InReach o SPOT. Permiten mandar mensajes aunque no haya señal celular y tienen botón SOS para emergencias. Sí, son caros, pero si haces montaña con frecuencia, son una inversión más que razonable.

Respeto por la naturaleza

Este punto no es solo importante, es fundamental. No se trata de ponerse hippie ni moralista, sino de algo muy simple: si no cuidamos la montaña, ella tampoco nos va a cuidar a nosotros.

  • No dejes basura, ni siquiera la orgánica: una cáscara de plátano no desaparece en un día, y además puede alterar el comportamiento de los animales del lugar. Lo que llevas, lo traes de vuelta. Todo. Siempre.
  • Nada de fogatas improvisadas: si no está 100% permitido (y controlado), ni lo pienses. Un descuido puede terminar en incendio forestal, y ahí no hay excusa que valga.
  • No alteres el entorno:
    • No cortes ramas “porque sí”.
    • No saques piedras para llevártelas como recuerdo.
    • No grites ni persigas animales por “diversión”.
    • Estás entrando en la casa de otros seres vivos, actúa con respeto.

La naturaleza no necesita más héroes, necesita más visitantes conscientes. Si puedes, toma un curso NDR.

Adaptabilidad

Uno de los grandes secretos del trekking (y de la vida, ¿por qué no?) es saber adaptarse. El plan A suena bonito en papel, pero allá afuera todo puede cambiar: el clima, el camino, tu cuerpo, la energía…

  • ¿El clima se puso feo? No lo desafíes. Baja, busca abrigo o espera. Mejor llegar empapado al auto que arriesgarse a una tormenta en la cumbre.
  • ¿Te duele algo o te sientes mal? Escucha a tu cuerpo. Forzarte puede llevarte a una lesión seria. A veces, retroceder a tiempo es el verdadero avance.
  • ¿Te perdiste? Respira hondo, no entres en pánico. Busca un punto alto para orientarte, vuelve sobre tus pasos si es seguro, y si no, quédate en un lugar visible y espera ayuda. La calma salva más que el apuro.

Compañía

El trekking se disfruta más en buena compañía. Y no es solo por la conversación o la selfie grupal, sino porque ante cualquier imprevisto, tener a alguien al lado puede hacer toda la diferencia.

  • Los grupos pequeños son ideales: se organizan mejor, avanzan al mismo ritmo y es más fácil tomar decisiones rápidas.
  • En caso de accidente, torcedura o desorientación, tener una mano amiga (o varias) aumenta mucho las probabilidades de salir bien parado.
  • ¿Vas solo? Se puede, claro. Pero redobla las precauciones: planifica mejor, informa tu ruta y mantén la mente más alerta. Y si puedes, evita rutas poco transitadas o muy técnicas.
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Conexión y disfrute

Porque no todo es checklist y protocolo, ¿cierto? Hay algo más profundo que pasa cuando estás en medio del bosque o al borde de un acantilado, respirando aire que parece recién hecho.

  • Detente. Mira. Escucha. El crujir de las hojas bajo tus botas, el viento en las ramas, un pájaro que canta solo para ti… Son regalos simples, pero potentes.
  • A veces nos pasa que vamos tan enfocados en «llegar a la cima» que nos olvidamos de disfrutar el camino. Pero la verdad es que, en la montaña (y en la vida), el viaje es lo que vale la pena. Cada paso, cada pausa, cada respiración agitada forma parte de la experiencia.
  • Y sí, sácate fotos, por supuesto. Pero también guarda algunos momentos solo para ti, sin pantalla de por medio. Esos quedan más grabados en la memoria que en la galería del celular.

¿Y ahora qué?

Si ya estás armando la mochila, ¡la raja! Estás en buen camino. Y si quieres asegurarte de que no se te quede nada, date una vuelta por las otras publicaciones sobre trekking del blog.

Tiene datos pulentos, prácticos y actualizados que te van a servir un montón.

¿Y tú, tienes una historia en la mochila?

¿Alguna vez un trekking te enseñó algo inesperado? ¿Un error que se transformó en aprendizaje, o un momento tan especial que todavía lo cuentas como si hubiera sido ayer?

Cuéntamela. Me encantaría conocer tu experiencia y, quién sabe, quizás incluirla en un próximo post para que otros aprendan (o se inspiren) con tu aventura.

Nos vemos en el sendero. 🥾🌲

Morpheuz

Por Morpheuz

Lo importante es saber un poco de todo. Y ser especialista en algo determinado. Después, basta aprender a colaborar con la comunidad.

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