Alguna vez te has preguntado por qué algunas personas logran mantenerse firmes —hasta con una sonrisa— después de días, semanas o incluso meses en condiciones extremas o en crisis, mientras que otras se derrumban al poco tiempo?

No se trata solo de tener el mejor cuchillo, la mochila más equipada o saber encender fuego con una piedra. Todo eso importa, claro, pero hay algo más profundo, más silencioso… y más poderoso: la resiliencia psicológica.

¿Qué demonios es la resiliencia psicológica?

La resiliencia, en palabras simples, es la capacidad de adaptarte, sobreponerte y seguir adelante frente a la adversidad. Pero cuando hablamos de resiliencia psicológica en supervivencia, no es solo “aguantar” el chaparrón. Es mantener tu mente funcionando cuando todo lo demás parece venirse abajo.

Y no estamos hablando de cosas teóricas. Este concepto ha sido clave en casos reales —y brutales— de supervivencia.

Historias que ponen los pelos de punta (y enseñan mucho)

El caso de Juliane Koepcke

Juliane tenía solo 17 años cuando el avión en el que viajaba sobre la selva amazónica fue alcanzado por un rayo y se partió en el aire. Cayó al vacío, amarrada al asiento, y sobrevivió. Sola, con una clavícula rota, descalza y sin comida, caminó diez días por la selva hasta que fue rescatada.

¿Cómo lo hizo? Ella misma lo cuenta en entrevistas: recordó los conocimientos básicos que su padre le enseñó sobre la selva, pero sobre todo, se aferró a la idea de que no podía rendirse. No pensó en lo que había perdido, sino en lo que tenía que hacer ahora para sobrevivir.

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Eso es resiliencia pura.

El desastre de los Andes

¿Te acuerdas del famoso caso del equipo de rugby uruguayo cuyo avión se estrelló en la cordillera de los Andes en 1972? Se han hecho varias películas al respecto. Estuvieron 72 días atrapados en la nieve, aislados, con temperaturas de hasta -30°C, sin comida, sin ayuda, sin saber si alguien los buscaba.

Varios murieron. Y los que sobrevivieron, lo hicieron gracias a una combinación de cooperación, toma de decisiones difíciles (como recurrir al canibalismo), y una determinación psicológica brutal. En palabras de Nando Parrado, uno de los sobrevivientes: “Tu cuerpo no sobrevive 72 días en los Andes. Lo que sobrevive es tu mente.”

¿Qué dice la ciencia?

Un estudio publicado en 2023 en la revista Nature Human Behaviour mostró que las personas con altos niveles de resiliencia tienen una mayor activación en las regiones cerebrales asociadas al autocontrol emocional, como la corteza prefrontal dorsolateral. O sea, su cerebro literalmente está mejor entrenado para no colapsar frente al miedo o la desesperación.

Otros estudios, como el de la Universidad de Harvard, han demostrado que la resiliencia puede ser entrenada. No es una lotería genética. Se construye con experiencias, apoyo social, entrenamiento mental y hasta con pequeños hábitos diarios como la meditación o llevar un diario de gratitud.

Claves para cultivar resiliencia antes de que el mundo se venga abajo

Aquí no se trata de ser el más duro, sino el más adaptable. Como dice el viejo dicho de supervivencia: “No sobrevive el más fuerte, sino el que mejor se adapta.”

Entonces, ¿cómo se entrena esa mente de acero?

  1. Crea rutinas incluso en el caos: Los psicólogos militares insisten en esto. En condiciones extremas, establecer una rutina —aunque sea mínima— le da al cerebro un sentido de control. Hacer tu cama, revisar tu equipo, planear el día. Todo suma.
  2. Practica visualización negativa: Esto suena raro, pero es poderoso. Imagina escenarios difíciles: perder tu mochila, quedarte solo, sufrir una lesión. No para amargarte, sino para ensayar mentalmente qué harías. Muchos sobrevivientes dicen que lo que los salvó fue haber “pensado antes” en esos escenarios.
  3. Construye una red de apoyo: Incluso si estás solo, el simple recuerdo de tu familia, tus amigos, tu comunidad… puede darte una razón para seguir adelante. En situaciones de desastre, los lazos humanos se convierten en una fuente brutal de energía.
  4. Cuida tu diálogo interno: ¿Te hablas con odio cuando fallas? ¿O te das ánimo como un buen amigo? La forma en que te hablas en la cabeza marca la diferencia entre el colapso y la supervivencia.
  5. Aprende de cada “pequeño desastre”: Una noche sin luz. Una caminata larga bajo lluvia. Un día sin señal. Todos esos mini desafíos pueden ser tus entrenamientos mentales para lo grande. Buscarle la entretención o lo gracioso a los problemas hará que se vean menos difíciles o angustiantes.
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El lado oscuro: cuando la mente también necesita primeros auxilios

No todo es fuerza mental. También hay que reconocer cuando el estrés postraumático, la ansiedad o la depresión se hacen presentes. Muchos sobrevivientes sufren años después del evento, y está bien buscar ayuda. Ser resiliente no es ser invulnerable.

En resumen: la mente también necesita una mochila bien equipada

No subestimes nunca el poder de una mente entrenada para resistir, adaptarse y encontrar sentido incluso en medio del desastre. Puedes tener el mejor equipo del mundo, pero si tu cabeza no está preparada, no vas a durar mucho.

Y si te interesa seguir profundizando en este tema, te recomiendo revisar este artículo sobre la psicología en la supervivencia. Está buenísimo y va al grano.

¿Y tú? ¿Has vivido alguna situación que puso a prueba tu resiliencia? ¿Qué estrategias usaste para no caer? Me encantaría leerte en los comentarios o en el chat de Telegram. Compartir nuestras experiencias también nos hace más fuertes como comunidad.

Nos seguimos leyendo, y recuerda: la mente es el arma más poderosa que llevas contigo. ¡Entrénala bien!

Morpheuz

Por Morpheuz

Lo importante es saber un poco de todo. Y ser especialista en algo determinado. Después, basta aprender a colaborar con la comunidad.

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